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lunes, 17 de agosto de 2009

Herencia de Marcial Maciel: refundar la orden o eliminarla


Fuente: La Jornada de Zacatecas

Redacción

Sanjuana Martínez

Las denuncias de los abusos de Marcial Maciel estremecieron a la opinión pública y al andamiaje de la Iglesia Católica, pero un gran apoyo silencioso mantiene en un precario equilibrio a los Legionarios de Cristo, quienes se replantean un cambio que podría alejar a su feligresía.

La comisión formada por el Papa Joseph Ratzinger para la inspección de los Legionarios de Cristo que deberá entregar su informe en octubre está formada por Watty Urquidi de Tepic, Ricardo Belázquez de Bilbao, Ricardo Ezzati Andrello de Chile, Charles Joseph Chaput de Denver y Giuseppe Versaldi de Alessandria, Italia.

“El equipo que ha elegido Ratizinger ya muestra claramente por dónde van a ir los resultados. Roma tenía dos opciones: elegir un equipo que extendiese un tupido velo de silencio sobre el asunto o nombrando visitadores que en principio están todos en contra. Lo que sí me consta es que los Legionarios han iniciado una especie de chantaje con algunos, pero ellos aparentemente están dispuestos a presentar informes que obliguen a los Legionarios de Cristo a refundarse, a limpiarse profundamente como los Capuchinos. Tendrían que renunciar a la memoria del fundador, tendrían que condenar a Marcial Maciel. Además la actual cúpula legionaria: Corcuera, Garza y Cristóforo tienen que desaparecer junto con Maciel, porque fueron sus protectores”, dice el vaticanista Vidal.

Los resultados de la inspección, sin embargo, no se harán públicos porque los visitadores están bajo secreto pontificio al igual que sus informes que deberán incluir el capítulo de los hijos de Maciel y las anomalías estructurales de la congregación.

La gran duda que surgirá entonces es por qué durante 50 años supuestamente nadie supo de las tropelías de Maciel: “Lo supieron y lo encubrieron. Ratzinger y el papa Wojtyla sí sabían porque tenían informes de los primeros acusados. Tenían informes sobre cantidad de cosas. ¿Por qué Juan Pablo II lo siguió protegiendo hasta el final? ¿Por qué Ratzinger lo condena cuando Maciel ha muerto? El caso Maciel salpica directamente al Papa magno, al Papa que será Santo dentro de poco.

Por eso es necesario, según José Barba, una comisión de laicos que investigue independiente el caso Maciel para informar a la sociedad en su conjunto: “La Iglesia no es inocente, es corresponsable o culpable de esta situación porque la permitió. Todas estas cosas que ha hecho Maciel estaban escritas en informes desde finales de los años cuarenta y cincuenta. El Vaticano encubrió a Marcial Maciel, pero el más culpable es el Papa Juan Pablo II”, comenta José Barba, quien le envió personalmente una carta al pontífice en 1997 señalando puntualmente las aberraciones de Maciel.

Más aún, los encubridores como el cardenal Angelo Sodano siguen manejando los hilos dentro de El Vaticano: “A Maciel lo encubrieron la Secretaría de Estado dirigida por Sodano, la Congregación para la Doctrina de la Fe dirigida por Ratzinger, la Congregación para los Religiosos y algunas otras instituciones. Lograron bloquear toda investigación en su contra, las congelaron todas”.

Lo que está en juego con la inspección vaticana a los Legionarios es mucho más que la conducta de un pervertido y su doble vida. Para Alberto Athié la herencia del fundador y sus vástagos representan incluso una cortina de humo para distraer la atención del nivel de envergadura en torno a la revisión de la Legión de Cristo: “La visita apostólica pareciera un ente que no tiene nada que ver con lo sucedido en torno a Maciel, aunque fue parte de la complicidad y el encubrimiento. Ahora visita a un ente enfermo y lo hace como si la visita viniera de una estructura pura que busca limpiar a un ente corrupto. Es un esquema parcial y dará una información sesgada. La investigación completa del caso Maciel seguirá pendiente”.

Añade: “Lo importante es que analicen el mecanismo que creó Marcial Maciel al interior de la congregación con su conducta, con la generación de sus víctimas que los volvió cómplices, victimarios y encubridores; varios de ellos son ahora superiores mayores. Son la cúpula. Esa cúpula es precisamente la que está en una grave crisis ante un amplio grupo de sacerdotes que fueron leales a la Congregación y que están hoy indignados. Dentro de la Legión hay gente muy valiosa que no hay que olvidar.

Los sucesores de Marcial Maciel han sugerido que extirpando al fundador todo se resuelve, pero según Athié una refundación de la Legión es prácticamente imposible: “El tumor es Maciel y lo quieren extirpar pero ya hay metástasis. Parecía que la Congregación se salvaba quitando al tumor pero resulta que tiene metástasis en el cerebro que son las actuales cabezas. Ese grupo de la cúpula tiene que ser extirpado. ¿Hasta dónde van a llegar? Ya lo veremos. Allí esté el Regnum Christi en el centro neurálgico de la cuestión”.

--¿Por qué no puede existir una Refundación de la Legión como la de los Capuchinos? --La refundación tiene la riqueza de recuperar la propuesta del fundador que se volvería a la regla o la santidad de alguien que llame a la refundación. En el caso de Maciel era el cuarto voto: el de silencio, todo lo demás no tiene novedad, salvo el tema de atender a las clases privilegiadas. Al refundarse no podría volver a las fuentes del fundador: ni en la propuesta ni en la persona. Entonces, ¿cuál refundación? La metástasis se puede pasar a otros focos de infección. El gran temor de El Vaticano, hay que decirlo claro, es que con su desaparición se registre la pérdida de las familias adineradas para la Iglesia, pero el caso Marcial Maciel es de tal corrupción y daño a la institución que apenas empiezan a vislumbrarse sus consecuencias”.

Por lo pronto, el escándalo de los hijos se perfila intenso a base de acuerdos millonarios extrajudiciales y demandas civiles que, según José Barba, no son más que lo que ellos se cansaron de denunciar: “Ojalá que la Legión tenga vida suficiente para garantizar esas pensiones vitalicias que ha empezado a dar a cambio de silencio. Que comience por pensar en sí misma. Es una grave ironía”. (CIMAC)

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