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viernes, 21 de agosto de 2009

CASO EMMANUEL D HERRERA


EMMANUEL D¨HERRERA ARIZCORRETA

Penal de Neza Bordo el 10 de agosto de 2009.
Comisión Nacional de los Derechos Humanos
P.M.A.C.
At´n.: Don Jose Luis Soberanes
Presidente

Sr. Presidente:

Después de saludarle con todo respeto, vengo a exponerle mi caso para el que ruego su atención y la de la Comisión que usted preside:

La Juez segunda del juzgado de primera instancia con sede en el centro de readaptación Social de Molino de Flores, Texcoco, me concedió la libertad bajo fianza el 21 de mayo del año en curso.

Ese día alrededor de las 17:00 hrs. Firmé simultáneamente mi acta de formal prisión extemporáneo y mi acta de libertad, después de que los mios pagaron $37000.00 (treinta y siete mil pesos) de fianza.

Hacia las 18:00 hrs., al franquear el portón del penal vi a mi esposa que me esperaba, pero también percibí varios vehículos y muchos hombres de traje, algunos de los cuales tomaba fotografías, pro lo que supuse eran reporteros.

Apenas hube puesto un pie fuera del penal cuatro individuos me sujetaron en forma violente y me subieron a uno de los vehículos que estaban en la puerta.

Mi esposa gritaba “ya está libre”, ya se pagó la fianza, ¡Ya esta libre!.

El vehículo arrancó a toda velocidad y de no haberse hecho a un lado, mi mujer hubiera sido atropellada.

Pedí a los tres individuos que me privaron de la libertad que me expusieran los motivos de mi detención o si era un secuestro. El que estaba junto a mi en el asiento trasero de la unidad se concretó a ponerme una capucha cubriéndome la cara y la cabeza y me echo al piso del vehículo.

A toda velocidad, con una sirena como “pato” el vehículo se fue abriendo paso en el tráfico urbano, a juzgar por el ruido que percibía desde el lugar donde permanecía esposado a la base del asiento delantero del lado del chofer.

Volvía insistir que se me informara sobre mi situación jurídica, convencido de que mis secuestradores eran policías pues en sus comunicaciones por el teléfono celular empleaban claves dirigidas a un “comandante”.

Me instaron a callar: ¡Cállate cabrón!

Los ruidos externos cambiaron y pienso que circulamos por una autopista, para volver al tráfico urbano.

Al cabo de un buen rato de desplazamiento, el vehículo se detuvo y los tres agentes me dejaron solo. Creo que transcurrió mas de hora y media y de acuerdo con lo que pude percibir a través de la capucha, la mitad estaba estacionado debajo de un puente.

Volvieron los policías y reemprendieron la marcha en un recorrido urbano interminable hasta que nuevamente el vehículo paró, esta vez en una gasolinera, donde se aprovisionó de combustible, una vez completada la carga de gasolina, sólo subió el chofer, desplazando la unidad unos cuantos metros, a donde creo haber percibido el anuncio luminoso de una tienda oxo o Seven-eleven o de ese tipo.

Permanecí solo otro buen rato, al cabo del cual volvieron a subir otros agentes que sustituyeron a dos de los anteriores.

Una vez más sentí un largo desplazamiento por la ciudad y nuevamente una carretera, me atreví a preguntar a mis captores si me levaban a Almoloya pues reconocí el paraje de la Marquesa en la carretera a Toluca, “¿Por qué preguntas eso? Fue su respuesta.

Más tráfico urbano hasta que finalmente el auto se detuvo. Los tres agentes bajaron y me dejaron un rato solo hasta que vinieron por mí. Me desesposaron y me hicieron descender del vehículo habiéndome quitado la capucha.

Una placa en la entrada del edificio rezaba Policía Ministerial del Estado de México, Toluca.

En la oficina del primer piso el reloj de pares marcaba las 12:10.

Apenas llegue solicité, invocando el artículo 20 constitucional, que se me hicieran conocer los cargos por los que se me detenía y retenía y que se me permitiera hacer la llamada telefónica a la que constitucionalmente tenía derecho, siéndome negados ambos derechos.

Fui llevado entonces a la Procuraduría de Justicia del Estado de México para que el médico certificara mi estado de salud.

Hice saber a la doctora que me atendió, que soy diabético e hipertenso. Ella me checó la presión pero no pudo medir la glucosa de mi sangre pues no tenían en el servicio médico las tiras de muestra del glucómetro.

Me regresaron a la oficina donde me llevaron originalmente. Yo volví a insistir en hacer mi llamada y a que se me permitiera la presencia de mi abogado, siéndome negados una vez más mis peticiones.

Una ambulancia me trasladó hasta el Hospital ISSEM de Toluca donde después de medir la presencia de glucosa en mi sangre me ingresaron a la sala de urgencias, donde me aplicaron suero con insulina, pues tenía 380 de azúcar.

Pasé el resto de la madrugada y parte de la mañana en el hospital hasta que el glucómetro marcó 80 y entonces fui regresado al Ministerio Público.

Se me instó a aceptar a un defensor de oficio, negándome yo a firmar el nombramiento, exigiendo a mi vez la presencia de mi abogado o de un visitador de la Comisión de Derechos Humanos, e insistiendo en que se me permitiera comunicarme con mi familia. Ni caso me hicieron.

A eso de mediodía querían que firmara mi declaración ministerial, negándome a ello sin la presencia de mi abogado o de personal acreditado de Derechos Humanos.

El Jefe de la oficina, un tal Leonardo indicó a la secretaria que bastaba con que firmara mi “defensora”.

Terminada esa diligencia me dijeron que me podía retirar, sólo para ser detenido a la salida del edificio por tres agentes de la AFI, que me dieron a conocer el motivo de mi presentación en la PGR de Netzahualcoyotl, el delito por el que se me acusaba y me pidieron que esperara a llegar a la PGR para hacer la llamada constitucional.

Señor Presidente Soberanes, delinquí de acuerdo con las leyes del país y del Estado de México. Eso no lo niego y estoy confeso en el proceso que se sigue en el Juzgado 2 de 1ª. Instancia de Molino de Flores Texcoco: pero de acuerdo a la constitución existen garantías que la autoridad debe otorgar al ciudadano, además de los Derechos Humanos que el Estado y sus agentes están obligados a respetar.

Considero que la privación ilegal de la libertad que sufrí a manos de agentes judiciales del Estado de México afectan mi integridad personal, mi salud y me mantuvieron incomunicado de mi familia; por lo que le solicito respetuosamente la investigación de los hechos arriba descritos y que en caso que proceda, la comisión bajo su atinada presidencia emita las recomendaciones a la autoridad competente para que se me resarzan los daños que sufrí, independientemente de la acción jurídica que me reservo ejercer en su momento.

Pongo de manifiesto que un visitador de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de México me hizo el favor de venir a entrevistarme en el Hospital del Penal Neza-Bordo donde estoy recluido, pero siendo el mío un caso federal, me informó de la incompetencia del órgano estatal de Derechos Humanos, para tratar mi petición.

Adelantándole mi agradecimiento por la atención que merezca la presente le saludo:

Respetuosamente

Emmanuel D’Herrera Arizcorreta

e-mail: salva_teotihuacan@hotmail.com

Módulo C-I Celda 1-6
Penal de Neza-Bordo de Xochiaca, estado de México.

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