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martes, 17 de febrero de 2009

La Revolución de Conciencias frente a la Partidocracia



Muchos creyeron que perdiendo hegemonía el viejo partido de Estado, el PRI, las cosas cambiarían, pero la realidad nos ha demostrado que el enemigo a vencer no era ni es el PRI sino el sistema político que permite a la oligarquía narco-político-empresarial sobrevivir impunemente a costa de la libertad de todo un pueblo.

En otros artículos ya he hablado sobre como la esencia priísta sobrevive a través de haber mutado en otros partidos, y que esto ha generado una partidocracia, que en esencia no representa una opción real de cambio.

Ahora bien, muchos seguramente han de pensar -y de hecho hace unos días ya lo han empezado a manifestar de una manera sútil varias personas- que el autor de estas líneas promueve el abstencionismo, y aunque así pareciera la verdad es que no considero que el abstencionismo sea la opción correcta para enfrentar a la partidocracia, como tampoco creo que lo sea votar como zombi en cada elección, he aquí los argumentos:

El tipo de democracia que de manera generalizada han adoptado la mayoría de los países, por las buenas o por las malas, –qué me dicen de Irak- es un sistema político que en realidad poco tiene de democrático, más bien estamos ante un sistema político demagógico, basado en mantener en el poder a una élite que periódicamente busca ser refrendada en dicho poder, para lo cual se cuenta con los partidos políticos y los procesos electorales, que aparentan pluralidad de opciones para elegir a los gobernantes. Sin embargo, en dicho sistema no se permite al pueblo incidir de manera real en la toma de decisiones, se le margina por ejemplo de decidir en que se gastará el erario, en proponer leyes, en revocar de sus cargos a los funcionarios de elección popular, es más si algún ciudadano desea hacer efectivo el derecho de ser votado sin estar dentro de la maquinaria partidista, no lo puede hacer.

Además las costosas campañas electorales, han propiciado que empresarios y mafiosos incidan en que personas deben ocupar los cargos de elección, para que una vez ahí, les devuelvan el favor, ¿quieren un ejemplo? Ahí esta el empresario Kamel Nacif y el hoy gobernador de Puebla, Mario Marín.

Por lo anterior, este sistema lo único que ha provocado es el surgimiento de una poderosa oligarquía que aun cuando tiene facciones y grupos antagónicos, como buenos mafiosos se reparten el poder territorialmente, aunque por supuesto siempre tienen la mira puesta en liquidar al adversario para convertirse en partido de Estado, es decir, sólo les importa el poder político para su beneficio particular no para el bienestar de la patria.

Por lo tanto es lógico que entre la población crezca el desencanto, y con ello el abstencionismo, en unos casos motivado por la existencia de un partido de Estado que al tener el monopolio del poder impone cínicamente a los funcionarios, de ahí la frase que era común durante la dictadura priísta: para que voto si ya se quien va ganar.

Pero tampoco la existencia de varios partidos es freno para el abstencionismo, pues al paso de varias jornadas electorales, y una vez que el pueblo ya probó todos los colores y sabores del mercado, se da cuenta que todos son exactamente lo mismo.

Lo grave del abstencionismo, es que la sociedad se vuelve pasiva y se resigna a vivir sojuzgada, algo que obviamente conviene a la partidocracia, la cual entonces legitima su existencia con los votos corporativos, es decir, con los acarreados de sindicatos, organizaciones campesinas y sociales de todo tipo, hasta empresariales.

A estas alturas ya me imagino que mis detractores se están preguntando ¿qué carajos hago entonces en un movimiento social que se halla ligado a tres partidos políticos y que tiene como origen un fraude electoral? Va la respuesta:

El movimiento obradorista desde el desafuero rebasó a los partidos políticos, y el Presidente Legítimo siempre ha sido congruente con la búsqueda de un cambio profundo en la vida política del país, no la mera ambición del poder por el poder, el ha dicho en repetidas ocasiones que la lucha va para largo, es decir no acaba con el arribo a los cargos públicos, también se ha pronunciado contra la clase política y las instituciones y no ha hecho excepciones lo ha dicho de manera general, siempre se ha referido a que esta anhelada transformación sólo puede darse de abajo hacia arriba, es decir, descalifica el actual sistema demagógico que es la llamada democracia electoral, en cambio siempre ha exaltado y promovido en todo momento la organización popular.

Por supuesto, no niego que el Presidente Legítimo sea parte de un partido político y que influye en el actual proceso electoral, pero él lo hace como estrategia para estar en posibilidad de instrumentar los cambios que permitan una verdadera democracia participativa y que a su vez se arranquen los privilegios de que goza la oligarquía, y esto lo llevó acabo cuando fue Jefe de Gobierno del Distrito Federal. Claro que faltaron muchas cosas por hacer, pero sentó las bases y predicó con el ejemplo.

Finalmente, como ya sé que muchos se cuestionarán todavía que si no creo en los partidos políticos ni en el abstencionismo como solución a los múltiples problemas, entonces ¿qué carajos pienso? les dejo mi punto de vista: En lo personal y tomando como base lo que el propio López Obrador ha dicho en sus discursos, tengo la certeza de que la transformación de la vida política de México solamente tendrá lugar en la medida de que tengamos un pueblo conciente de sus derechos y organizado debidamente para exigirlos, así como para exigir que los funcionarios cumplan debidamente con su deber dentro del marco de la ley, por eso el Presidente Legítimo siempre habla de la Revolución de Conciencias, como ven la cuestión electoral es sólo un escalafón un instrumento pero no el objetivo final y menos aun la solución.

L.D. Jesús Palma

AMLO TV

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